domingo, agosto 24, 2008

 

Los viajes de Manolito

Entrada la noche, el Casino se llenaba de nuevo, y mientras una parte de los socios entregaba su alto entendimiento a las delicias del monte, los otros leían periódicos, y los más discutían en la sala del café sobre asuntos de diversa índole, como política, caballos, toros o bien sobre los chismes locales. El resumen de todos los debates era siempre la supremacía de Orbajosa y de sus habitantes sobre los demás pueblos y gentes de la tierra.
Eran aquellos varones insignes lo más granado de la ilustre ciudad, propietarios ricos los unos, pobrísimos los otros, pero libres de altas aspiraciones todos. Tenían la imperturbable serenidad del mendigo que nada apetece mientras no le falte un mendrugo para engañar el hambre y el sol para calentarse. Lo que principalmente distinguía a los orbajosenses del Casino era un sentimiento de viva hostilidad hacia todo lo que de fuera viniera. Y siempre que algún forastero de viso se presentaba en las augustas salas, creíanle venido a poner en duda la superioridad de la patria del ajo, o a disputarle por envidia las preeminencias incontrovertibles que Natura le concediera.
Benito Pérez Galdós. Doña Perfecta
Llanes (Asturias) . El Casino

Comments:
Era un cafetón de esos tipo casino, a la hora de la sobremesa.

Sólo una mesa ocupada por un grupo de caballeros cincuentones que estaban echando la partida.

Vamos a la barra a pedir un café y no viene nadie a atendernos.

Va pasando el tiempo y los de la barra seguían concentrados en la baraja.

Por fin nos decidimos a acercarnos y preguntarles por el dueño o el camarero, diciéndoles que queríamos tomar un café.

Uno de ellos, sin levantar la vista de las cartas, metió la mano en el bolsillo y sacó unas monedas, con un golpe seco en la mesa nos las acercó diciéndonos a la vez:
- vayan a tomarlo a otra parte.

Crónicas nostálgicas asturianas, desde el Finisterre
 
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