sábado, junio 07, 2008

 

EL ATEÍSMO (11 DE 12)

El tercer argumento positivo puede parecer más sorprendente. Si no creo en Dios, es también, y quizá sobre todo, porque preferiría que existiera. Es, si se quiere, la apuesta de Pascal, pero invertida. No se trata de pensar lo más ventajoso -el pensamiento no es ni un negocio ni una lotería-, sino lo más probable. Ahora bien, Dios es tanto menos probable , así me lo parece, cuanto más deseable es: corresponde tan perfectamente a nuestros más fuertes deseos, que es pertinente preguntarse si no lo habremos inventado nosotros para tal fin.
¿Qué deseamos por encima de todo? No morir, reencontrarnos con los seres queridos que hemos perdido, ser amados... ¿Y qué nos dice, por ejemplo, la religión cristiana? Que no moriremos, o que no lo haremos realmente, o que vamos a resucitar; que podremos, por lo tanto, reencontrarnos con los seres queridos que hemos perdido; que somos ya objeto de un amor infinito... ¿Qué más se puede pedir? Nada, ciertamente, ¡y esto es precisamente lo que hace improbable la religión! ¿En virtud de qué milagro lo real puede corresponder hasta ese punto a nuestros deseos, cuando no acostumbra a hacerlo? Esto no demuestra que Dios no exista -puesto que él sería, por definición, quien hace posible los milagros-, pero hace que nos preguntemos si Dios no es demasiado bueno para ser verdad, si creer en él no es confundir nuestros deseos con la realidad, si la religión no es simplemente una ilusión, en el sentido que Freud da a este término: no es necesariamente un error (podría ser, repitámoslo, que Dios exista), sino "una creencia derivada de deseos humanos". Esto, aunque no la refuta, la debilita. "Sería ciertamente muy hermoso -escribe Freud- que hubiera un Dios creador del mundo y una Providencia toda bondad, un orden moral del universo y una vida futura, pero resulta muy curioso que todo esto sea exactamente lo que podríamos desear para nosotros mismos". Creer en Dios es creer en Papa Noel, pero elevado a la milésima potencia, o incluso infinita. Es darse un Padre de reserva, que nos consolaría del otro o de su pérdida, un Padre que sería la Ley verdadera, el Amor verdadero, el Poder verdadero, y que estaría dispuesto a amarnos tal como somos, a colmarnos, a salvarnos... comprendo perfectamente que podamos desear algo así. Pero ¿Por qué habría de creer en ello? "La fe salva -decía Nietzsche-, por tanto, miente". Digamos que la fe nos solventa demasiadas cosas como para no ser sospechosa.

André Compte-Sponville. Invitación a la filosofía.

Comments:
Estoy muy de acuerdo en que creer en dios es como creer en papá noel,
pero multiplicado a la infinita potencia.

Respecto a lo de preferir que existiera, NI HABLAR. ¡QUÉ HORROR!
¿Os imaginais?
Un ser superior que designe nuestros avatares... Ya somos muy poco libres aquí abajo, imaginaros ahí arriba todo el día haciendo la pelota al mega jefe, y sin poder follar ni nada.
Hacefalta.
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?