sábado, abril 12, 2008

 


EL ATEISMO (3 DE 12)

Pero esto, que constituye la fuerza del agnosticismo, es también su debilidad. Si ser agnóstico fuera simplemente no saber si Dios existe, todos nosotros deberíamos ser agnósticos -pues ninguno de nosotros disponemos de un saber sobre este punto-. En este sentido, el agnosticismo no sería tanto una posición filosófica cuanto un hecho, parte de la condición humana. Si te encuentras a alguien que te dice: "Sé que Dios no existe", no tienes delante de ti a un ateo, sino a un imbecil. Digamos que es un imbécil que toma su falta de fe por un saber. Asimismo, si te encuentras a alguien que te dice: "Sé que Dios existe", tienes delante de ti un imbécil que tiene fe. La verdad, insisto, es que sobre este punto no disponemos de un saber. Creencia y no creencia carecen de demostración, y es esto lo que las define: cuando hay saber, ya no es posible creer o no creer. El agnóstico pierde en comprensión, como dicen los lógicos, lo que gana en extensión. Pero si todos compartimos este rasgo, ¿para qué apelar a él?.
El agnosticismo sólo se torna filosóficamente relevante cuando, también él, va más allá de la simple afirmación de su ignorancia: cuando afirma que esta afirmación basta o es mejor que las demás. Elige no elegir. Por contraposición, esto expresa bastante bien lo que es el ateísmo: una elección, que puede ser negativa (no creer en Dios) o positiva (creer que Dios no existe), pero que supone siempre un posicionamiento, un compromiso, una respuesta -mientras que el agnosticismo, ésta es su grandeza y su limitación, se queda en la pregunta y la deja abiera.
El agnóstico no toma partido. El ateo, sí: toma partido contra Dios, o más bien contra se existencia.
André Comte-Sponville. Invitación a la filosofía

Comments:
Pues eso, los tiempos que vienen necesitan que tomemos partido, aunque nos equivoquemos, mejor eso que ver las cosas desde la barrera, ¿no?
 
Yo tengo que insistir en que el relativismo y la individualidad del pensamiento, hace que encasillar de modo tan definido ideas complejas, resulte un poco simple y burdo.
Por tanto, tomar partido en este tema me parece innecesario. En este momento de la historia, la sociedad no te lo exige, al contrario que sucede con otros temas simples como la violencia vs pacifísmo o la polaridad entre machismo y feminismo, en los que casi involuntariamente te ves abocado a elegir.
Personalmente no me siento ni mejor ni peor cuando opto por tomar partido o no. Me parece tan natural ver los toros desde la barrera como bajar a la arena.
Decía Rafael Ercazti: "No te sientas obligado a contemplar la belleza de una puesta de sol. A veces la belleza está en el hueco que va dejando".
 
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