lunes, febrero 04, 2008
Era a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que siempre salía de casa con ella, a quién ceñían aquellas ansiosas miradas que les enderezaba Ramiro. O, por lo menos, así lo creían ambos, Ramiro y Rosa, al atraerse el uno al otro.
Miguel de Unamuno. La tía Tula