domingo, enero 27, 2008
A la puerta del 1100 Bel Air Place, ciento veinte kilos de musculoso ángel rubio dormitaba en una silla de tijera, sosteniendo en las rodillas un walkie-talkie conectado con la entrada al lujoso barrio residencial. Detrás del breve y tupido jardín, el nítido riñón color azul vibrante de una piscina colgaba como una gema sobre las colinas de Hollywood.
Maruja Torres. ¡Oh, es él!