sábado, enero 19, 2008

 

El jardín de María
Entró el forastero con prisa en el mercado. Tenía hambre y pensaba hacerse con un poco de fruta para acallar ese estómago ansioso de mejores viandas. Se paró frente al puesto que tenía a su derecha, al lado de la entrada. Pidió tres peras, dos manzanas y un plátano, y volvió a salir a la calle con su bolsita de plástico.
Se dirigió a la playa, con prisa, pues el hambre le subía convulsivamente hacia la boca.
No había caminado ni cincuenta metros, cuando sintió unas irreprimibles ganas de vomitar. Justo le dió el tiempo necesario para llegar a un bar y entrar al servicio.
Su cara era un rompecabezas cuando miró al suelo y vió el fruto de su arcada. En el suelo yacía, al lado de la taza del water una masa viscosa, indescriptible, que formaba la palabra HAMBRE.
Primero se asustó pero al rato lo entendió todo, y entonces sonrió. El hambre ya no lo torturaría más, lo había expulsado de su cuerpo, de su vida para siempre.
Regaló la bolsa de fruta al primer mendigo que vió. Ya no necesitaría gastar más dinero en comida....

Comments:
Pero que cosas se te ocurren, jardinera. Me ha encantado. A ver si tengo suerte y un día vomito alguna palabra negativa, que se yo, "tristeza" por ejemplo.
Precioso
Géminis
 
Muy bonito jardi.
Por mi parte, de escoger fruta, hubiera escogido paraguayos.
Muy descrptivo su rostro de rompecabezas.
Hacefalta.
 
A mí también me ha gustado. Un beso grande!
 
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