miércoles, noviembre 21, 2007

 
Encerrado en su despacho, el director de la agencia lee las nuevas instrucciones sobre transferencias y créditos a la exportación. Le han llegado por el conducto habitual y se aplicarán a partir del mes próximo. Mientras lee, hace girar la silla y mueve las piernas rítmicamente. Después, deja la carpeta sobre la mesa y se frota los ojos con energía. Con la punta del páliz, dibuja una espiral en la hoja blanca de la agenda. Piensa. Tendrá vacaciones en julio y pasará el agosto sin familia, recuperando vicios y placeres prohibidos por la normalidad cotidiana.
Sergi Pámies. Debería caérsete la cara de vergüenza.

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