domingo, noviembre 18, 2007

 
Desde la celda puedo escuchar el cántico de los monjes y sé que pronto amanecerá. Una reina no puede dejarse consumir por la melancolía, me recuerda el hermano Roberto, y se oculta para que yo no pueda percibir ese destello, que es, entre otras cosas, piedad, compasión que humilla. Nadie debe, ni puede compadecer a Urraca. Todavía no estoy vencida...
Lourdes Ortiz. Urraca

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