lunes, agosto 20, 2007

 
Los pasos de Nitya Yang se oyeron al fondo de la galería. Sing, que estaba tomando el té, vio insinuarse su desnudez en el juego de espejos.
-Ya se ha levantado - dijo Uya-, ¡Es tan perezosa! -y añadió-: No sé cómo le consientes esos aires de costesana. Anda por la casa como si fuese la dueña y eso no me gusta; ella no es mi hija, ¿cuántas veces he de repetírselo?
Sing no dijo nada y se limitó a acercar de nuevo la taza a los labios.
Jesús Ferrero. Bélver Yin

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