lunes, julio 02, 2007

 
Encuadernados la mayoría en piel y severamente dispuestos en las estanterías, los libros de Esteban Werfell llenaban casi por entero las cuatro paredes de la sala; eran diez o doce mil volúmenes que resumían dos vidas, la suya y la de su padre, y que formaban, además, un recinto cálido, una muralla que la separaba del mundo y que lo protegía siempre que, como aquel día de febrero, se sentaba a escribir.
Bernardo Atxaga. Obabakoak

Comments:
No me importaría nada tener una casa con el tamaño suficiente, peeeeroo...
Y pensándolo bien, creo que a mi hija no le haría demasiada ilusión.
Géminis
 
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