domingo, junio 03, 2007

 

La jardinera+Cristo+Buda (2)

No se trata de una enfermedad que afecte únicamente al cristianismo. Buda predica el ahimsa, el antiquísimo precepto hindú que obliga a abstenerse de cualquier tipo de violencia, y es vegetariano, al igual que todos sus monjes. En la visión del budismo, matar a un animal es poco menos grave que matar a un hombre. Sin embargo, hoy son pocos los monasterios budistas que siguen siendo vegetarianos. La justificación es que los animales no mueren a manos de los propios monjes. Pero Buda no impuso nunca a nadie que no comiera carne; sólo pidió a sus monjes que se abstuvieran de hacerlo.
En su "libro de las 4000 palabras" (el Tao Tê-king), Laozi explica cómo sólo se puede recorrer el "camino del cielo" a condición de caminar sin esfuerzo, abandonando cualquier actividad interior, renunciando a describir el mundo, para no quedar después prisioneros de nuestra propia descripción. El suyo es un mensaje potentísimo de transformación de la conciencia, del que se halla ausente cualquier forma o presunción de culto. No habría dado crédito a sus ojos ante los templos y las ceremonias del taoísmo en los siglos posteriores, y se habría desternillado de risa al verse a sí mismo adorado como una divinidad en efigie, en las estatuas colocadas en los altares. Para enterrar el mensaje de un maestro, nada parece más eficaz que transformarlo en una religión.
Hipocresía: diosa madre. Parece imposible que las religiones puedan sustraerse a ella, por muchas razones. La naturaleza humana está hecha de luces y sombras: la mezquindad se mezcla con la generosidad, el deseo carnal va acompañado de la capacidad de contemplación distante, el potencial de odio del de amor. se puede proponer, pero no imponer, un modelo de comportamiento elevadísimo, como el de un Cristo o un Buda. No se puede imponer, por ejemplo, la no violencia o la castidad. Es una conciencia personal, adquirida con la experiencia y la maduración interior, la que lleva al individuo a superar tanto la violencia física como la psíquica, o esa otra forma universal de violencia que es la afirmación del propio interés en perjuicio de los demás. Es el conocimiento del amor el que transforma el sexo, de puro ejercicio del instinto, en danza extática, o el que lleva a algunos a trascenderlo. Pero sólo se puede llegar a ello por uno mismo; no se puede obligar a nadie a entenderlo así. Si se enseña a las personas que el cuerpo es un saco de inmundicia, del que avergonzarse, y que el sexo es una degradación de la naturaleza humana -un tema muy caro a numerosas religiones-, y si se trasmite este discurso a las jóvenes generaciones con toda la fuerza de presión que pueden ejercer las convenciones sociales y la autoridad constituida, reprimiendo así no sólo un impulsa biológico esencia, sino también un instinto gozoso y un impulso vital, se obtendrán seres humanos desorientados y empobrecidos, disociados por la contradición entre lo que querrían hacer y lo que se les dice que hagan, dispuestos a fingir y a mentir para salir del apuro, cargados de sentimientos de culpa en sus relaciones sexuales. Bajo el impulso de estos condicionamientos, muchos se sienten culpables ya ante la sola idea de poder ser felices, por lo que ni siquiera tratan de saber qué podrían hacer para alcanzar la felicidad. Al prescribir modelos éticos extremos, y patentemente contra natura en el caso de la sexualidad, las religiones no promueven la busqueda espiritual, sino el control social: no generan santos, sino hipócritas.
(continuará)
La ciencia de la felicidad. Francesco y Luca Cavalli-Sforza

Comments:
Pues la 2ª parte también tiene su aquél. Vamos, que nos quieren tener bien pillados siempre... con el sexo, con la violencia cuando a ellos les interese (guerras santas)y con lo que podemos ó no podemos comer, pensar, etc. etc. Vamos, una juerga de gente. Ellos haciendo de de todo y los demás pensando que van al infierno cada vez que se dejan llevar...
Géminis
 
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