lunes, marzo 12, 2007

 


A los trece años, el joven Richard Strauss afirmaba que le era imposible componer si no se hallaba enamorado. ¿De quién se enamoraba Richard en aquélla época?... Pues, de personillas sugestivas como la joven señora de Nistchalk, elegante, culta y bonita, en la flor de sus veintidós años. Sin abrigar la menor mala intención, la soñadora dama se trocó en la musa del adolescente. Richard le suplicaba fugarse con él, evocándole apasionadamente los amores de Wagner y Cósima... Mas ella le recordaba siempre, con prudencia, que Beethoven amó sin esperanzas a la condesa de Erdoedy.
Todo acabó de modo algo cómico, pues Nistchalk, enterado de todo aquello y muy poco amigo de proteger a los artistas de esa manera, decidió suprimir violentamente las atribuciones de musa inspiradora que se había tomado su esposa, amenazándola con un tremendo escándalo. El joven Richard fue alejado de su Dulcinea, y tuvo la sorpresa de observar la rapidez con que perdía todo interés con ella, conviniendo en que su pasión estaba muy lejos de revestir caracteres de una intensidad mortal. Esta aventura tonta se desarrolló en lugares y en circunstancias interesantísimas, que nos describe Hans Fischer. En el libro desfilan, en pintoresco cortejo, las fiestas de Munich, las sesiones de música de cámara en casa de Leo Heller, y la representación privada del Parsifal, dada al rey Luis de Baviera, único espectador, a la cual se supone, no sin fantasía, que Richard Strauss y su dama acudieron ocultos.
He aquí, pues, algunos rasgos desconocidos de la vida íntima de ese vigoroso compositor que, a la edad de sesenta y un años, en plena fuerza de producción, sigue siendo el hombre lleno de energía que Romain Rolland pintó hace tiempo en uno de sus libros con su "silueta alta y escueta, de gestos bruscos e imperiosos; su rostro pálido, un poco febril; sus ojos singularmente claros, imprecisos y fijos a la vez; una boca de niño, con mostacho de un rubio casi blanco; y cabellos encrespados formando una corona sobre sus sienes, y su frente amplia y abultada..."
Alejo Carpentier. Art. para Carteles, La Habana, 29 de mayo 1927.
Richard Strauss (foto de 1888) . Don Juan (1888)

Comments:
¿Estaría enamorado de una tal Heidi cuando compuso la sinfonía alpina?...
Perdona, pero es lunes...
Géminis
 
Amar hasta los 30 es una necesidad vital, hasta los 40 una necesidad, hasta los 50 y más es engañárse a sí mismo... Pero a partir de los 60 es un privilegio.
 
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